Los orígenes de Parchís se remontan al siglo VII, con el juego maya patolli, representado en el Códice Magliabecchiano, donde se muestra a Macuilxochitl, el dios de los juegos, observando un juego similar al parchís.
A finales del siglo XVI, el emperador Akbar I el Grande ordenó la construcción de un tablero de mármol gigante para jugar una versión real del parchís. El juego también se extendió entre la gente, que usaba tableros y conchas de cauri como dados. Cuando los jesuitas llegaron a la India, quedaron fascinados por el juego, especialmente por su tablero en forma de cruz, aunque los lugareños aclararon que era simplemente un entretenimiento, no algo religioso.
Es difícil saber cómo el juego llegó a Occidente, pero se cree que los musulmanes, que adoptaron el ajedrez del Imperio Sasánida en el siglo VII, lo introdujeron en Europa durante la invasión islámica de la Península Ibérica en el siglo IX. En la segunda mitad del siglo XVI, Francisco I de Médicis regaló una versión del juego a Felipe II. Sin duda, fueron los ingleses quienes introdujeron el juego en Europa en el siglo XVIII durante su colonización del subcontinente indio. La propia reina Victoria se aficionó mucho al juego, y en 1862 apareció la primera versión occidentalizada, llamada parkase, que dio lugar a una versión familiar que se extendió por toda Europa.

Advertencias de seguridad: Este juego no es apto para niños, ya que sus piezas son pequeñas y pueden representar un peligro de asfixia si se ingieren. Por lo tanto, a nadie, ya sea un niño, un adulto o un animal, se debe permitir que se lleven las piezas a la boca. Si decides jugar con un niño, es fundamental que siempre esté supervisado por un adulto.

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